279. La gente tiene una visión plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones. - Cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la tercera dimensión: la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el volumen. 280. Si pierdes el sentido sobrenatural de tu vida, tu caridad será filantropía; tu pureza, decencia; tu mortificación, simpleza; tu disciplina, látigo, y todas tus obras, estériles. 281. El silencio es como el portero de la vida interior. 282. Paradoja: es más asequible ser santo que sabio, pero es más fácil ser sabio que santo. 283. Distraerte. -¡Necesitas distraerte!..., abriendo mucho tus ojos para que entren bien las imágenes de las cosas, o cerrándolos casi, por exigencias de tu miopía... ¡Ciérralos del todo!: ten vida interior, y verás, con color y relieve insospechados, las maravillas de un mundo mejor, de un mundo nuevo: y tratarás a Dios..., y conocerás tu miseria..., y te endiosarás... con un endiosamiento que, al acercarte a tu Padre, te hará más hermano de tus hermanos los hombres. 284. Aspiración: Que sea yo bueno, y todos los demás mejores que yo. 285. La conversión es cosa de un instante. -La santificación es obra de toda la vida. 286. Nada hay mejor en el mundo que estar en gracia de Dios. 287. Pureza de intención. -La tendrás siempre, si, siempre y en todo, sólo buscas agradar a Dios. 288. Métete en las llagas de Cristo Crucificado. -Allí aprenderás a guardar tus sentidos, tendrás vida interior, y ofrecerás al Padre de continuo los dolores del Señor y los de María, para pagar por tus deudas y por todas las deudas de los hombres. 289. Tu impaciencia santa, por servirle, no desagrada a Dios. -Pero será estéril si no va acompañada de un efectivo mejoramiento en tu conducta diaria. 290. Rectificar. -Cada día un poco. -Esta es tu labor constante si de veras quieres hacerte santo. 291. Tienes obligación de santificarte. -Tú también. -¿Quién piensa que ésta es labor exclusiva de sacerdotes y religiosos? A todos, sin excepción, dijo el Señor: "Sed perfectos, como mi Padre Celestial es perfecto". 292. Precisamente tu vida interior debe ser eso: comenzar... y recomenzar. 293. En la vida interior, ¿has considerado despacio la hermosura de "servir" con voluntariedad actual? 294. No se veían las plantas cubiertas por la nieve. -Y comentó, gozoso, el labriego dueño del campo: "ahora crecen para adentro." -Pensé en ti: en tu forzosa inactividad... -Dime: ¿creces también para adentro? 295. Si no eres señor de ti mismo, aunque seas poderoso, me causa pena y risa tu señorío. 296. Es duro leer, en los Santos Evangelios, la pregunta de Pilato: "¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, que se llama Cristo?" -Es más penoso oír la respuesta: "¡A Barrabás!" Y más terrible todavía darme cuenta de que ¡muchas veces!, al apartarme del camino, he dicho también "¡a Barrabás!", y he añadido "¿a Cristo?... 'Crucifige eum!' -¡Crucifícalo!" 297. Todo eso, que te preocupa de momento, importa más o menos. -Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves. 298. ¡Luces nuevas! -¡Qué alegría tienes por que el Señor te hizo descubrir otro Mediterráneo! -Aprovecha esos instantes: es la hora de romper a cantar un himno de acción de gracias: y es también la hora de desempolvar rincones de tu alma, de dejar alguna rutina, de obrar más sobrenaturalmente, de evitar un posible escándalo en el prójimo... -En una palabra: que tu agradecimiento se manifieste en un propósito concreto. 299. Cristo ha muerto por ti. -Tú... ¿qué debes hacer por Cristo? 300. Tu experiencia personal -ese desabrimiento, esa inquietud, esa amargura- te hace vivir la verdad de aquellas palabras de Jesús: ¡nadie puede servir a dos señores! |