|
María se dirigió presurosa a la
montaña, a una ciudad de Judá. Entró en casa de
Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó el
saludo de María, el niño saltó en su seno e Isabel
quedó llena del Espíritu Santo. Y dijo alzando la voz:
"¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto
de tu vientre!"
(Lc 1,39-42)
|
|