El
Padrenuestro
32. Después
de haber escuchado la Palabra y centrado la atención en el misterio,
es natural que el ánimo se eleve hacia el Padre. Jesús, en
cada uno de sus misterios, nos lleva siempre al Padre, al cual Él se dirige
continuamente, porque descansa en su 'seno' (cf Jn 1, 18). Él nos
quiere introducir en la intimidad del Padre para que digamos
con Él: "¡Abbá, Padre!" (Rm 8, 15; Ga 4, 6).
En esta relación con el Padre nos hace hermanos suyos y entre nosotros,
comunicándonos el Espíritu, que es a la vez suyo y del Padre.
El "Padrenuestro", puesto como fundamento de la meditación
cristológico-mariana que se desarrolla mediante la repetición
del Ave Maria, hace que la meditación del misterio,
aun cuando se tenga en soledad, sea una experiencia eclesial.
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