El
Gloria
34. La doxología
trinitaria es la meta de la contemplación cristiana. En efecto,
Cristo es el camino que nos conduce al Padre en el Espíritu. Si recorremos
este camino hasta el final, nos encontramos continuamente ante el misterio
de las tres Personas divinas que se han de alabar, adorar y agradecer.
Es importante que el Gloria, culmen de la contemplación,
sea bien resaltado en el Rosario. En el rezo público podría ser cantado,
para dar mayor énfasis a esta perspectiva estructural y característica
de toda plegaria cristiana.
En la medida
en que la meditación del misterio haya sido atenta, profunda,
fortalecida – de Ave en Ave – por el amor a Cristo
y a María, la glorificación trinitaria en cada decena, en vez de reducirse
a una rápida conclusión, adquiere su justo tono contemplativo,
como para levantar el espíritu a la altura del Paraíso y hacer revivir,
de algún modo, la experiencia del Tabor, anticipación
de la contemplación futura: "Bueno es estarnos
aquí" (Lc 9, 33).
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