La
jaculatoria final
35. Habitualmente,
en el rezo del Rosario, después de la doxología trinitaria
sigue una jaculatoria, que varía según las costumbres. Sin quitar
valor a tales invocaciones, parece oportuno señalar que la contemplación de
los misterios puede expresar mejor toda su fecundidad si se procura que cada misterio
concluya con una oración dirigida a alcanzar los frutos específicos
de la meditación del misterio. De este modo, el Rosario puede expresar con
mayor eficacia su relación con la vida cristiana. Lo sugiere
una bella oración litúrgica, que nos invita a pedir que,
meditando los misterios del Rosario, lleguemos a "imitar lo que contienen y
a conseguir lo que prometen".38
Como ya se hace,
dicha oración final puede expresarse en varias formas legítimas.
El Rosario adquiere así también una fisonomía más
adecuada a las diversas tradiciones espirituales y a las distintas comunidades cristianas.
En esta perspectiva, es de desear que se difundan, con el debido discernimiento pastoral,
las propuestas más significativas, experimentadas tal vez en centros y
santuarios marianos que cultivan particularmente la práctica del Rosario, de
modo que el Pueblo de Dios pueda acceder a toda auténtica riqueza espiritual,
encontrando así una ayuda para la propia contemplación.
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