El
rosario
36.
Instrumento tradicional para rezarlo es el rosario. En la práctica más
superficial, a menudo termina por ser un simple instrumento para contar la sucesión
de las Ave Maria. Pero sirve también para expresar un simbolismo,
que puede dar ulterior densidad a la contemplación.
A este propósito,
lo primero que debe tenerse presente es que el rosario está centrado
en el Crucifijo, que abre y cierra el proceso mismo de la oración.
En Cristo se centra la vida y la oración de los creyentes. Todo parte de
Él, todo tiende hacia Él, todo, a través de Él,
en el Espíritu Santo, llega al Padre.
En cuanto
medio para contar, que marca el avanzar de la oración, el rosario evoca
el camino incesante de la contemplación y de la perfección cristiana.
El Beato Bartolomé Longo lo consideraba también como una 'cadena' que
nos une a Dios. Cadena, sí, pero cadena dulce; así se manifiesta
la relación con Dios, que es Padre. Cadena 'filial', que nos pone en
sintonía con María, la "sierva del Señor" (Lc 1, 38) y,
en definitiva, con el propio Cristo, que, aun siendo Dios, se hizo "siervo" por
amor nuestro (Flp 2, 7).
Es
también hermoso ampliar el significado simbólico del rosario
a nuestra relación recíproca, recordando de ese modo el vínculo
de comunión y fraternidad que nos une a todos en Cristo.
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