Capullo
de Rosa
A
los niños
7)
A vosotros, amiguitos míos, os ofrezco un hermoso capullo de rosa;
es el granito de vuestro Rosario, que os parecerá tan insignificante.
Mas ¡oh, qué precioso es ese granito! ¡Qué admirable
es ese capullo! ¡Cómo se desarrollará si rezáis
devotamente vuestra avemaría! Mucho sería pediros que rezarais
el Rosario todos los días; rezad por lo menos diariamente un tercio
del Rosario con devoción, y será una linda corona de rosas que
colocaréis en las sienes de Jesús y de María.
Creedme; y escuchad una hermosa historia, y no la olvidéis.
8)
Dos niñas, hermanitas, estaban a la puerta de su casa rezando devotamente
el Santo Rosario. Aparéceseles una hermosa Señora, la cual
se aproxima a la más pequeña, que tenía de seis a siete
años, la toma de la mano y se la lleva. Su hermana mayor la busca llena
de turbación y, desesperada de poder encontrarla, vuelve a su casa llorando.
El padre y la madre la buscan tres días sin encontrarla. Pasado este tiempo,
la encuentran a la puerta con el rostro alegre y gozoso. Le preguntan de dónde
viene y contesta que la Señora a quien rezaba el Rosario la había
llevado a un lugar muy hermoso y le había dado a comer cosas muy buenas
y había colocado en sus brazos a un Niño bellísimo.
El padre y la madre, recién convertidos a la fe, llamaron al Padre
Jesuita que los había instruido en ella y en la devoción del Rosario
y le contaron lo que había ocurrido. De sus propios labios lo hemos
sabido nosotros. Aconteció en el Paraguay (1).
Imitad,
amados niños, a estas dos fervorosas niñas; rezad todos los
días, como ellas, el Rosario, y mereceréis así ver a
Jesús y a María: si no en esta vida, después de la muerte,
durante la eternidad. Amén.
Sabios e ignorantes,
justos y pecadores, grandes y pequeños, alaben y saluden día y noche con el Santo Rosario
a Jesús y a María.
"Salutate Mariam,
quae multum laboravit in vobis" (2).
(1)
Antoine Boissieu, S.J., Le Chrétien prédestiné par la dévotion à la Sainte
Vierge.
(2)
Rom 16,6.
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