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A los tres días lo encontraron en
el templo sentado en medio de los doctores, oyéndolos y
preguntándoles. Todos los que le oían estaban admirados de su
inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, se quedaron maravillados; y
su madre le dijo: "Hijo, ¿por qué has hecho esto? Tu padre y yo
te hemos estado buscando muy angustiados". Les contestó: "¿Por
qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme en los asuntos de
mi Padre?"
(Lc 2,46-49)
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